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visto en la Red
Los elementos “no vivos” de la que, en plena canícula, callan de golpe las cigarras”, Agua: la ducha consciente
reflexiona.
“Ducharse es un acto cotidiano en el que apenas
Esta bióloga recomienda “buscar el silencio, entendido reparamos” señala Hueso, que propone hacerlo “de forma
naturaleza que cuidan de nuestro como la ausencia de ruido, saliendo un rato a un espacio consciente, sintiendo el agua tibia caer sobre la cara y el
tranquilo, buscando el momento más propicio para ello.
cuerpo a modo de caricia, percibiendo cómo poco a poco
bienestar En www.efesalud.com Puede ser un bosque, un parque, una plaza, temprano por el agua nos moja en todos los rincones, como un abrazo
lento”.
la mañana”.
“Sentémonos a escuchar el silencio. Percibiremos algún “Reparemos en las gotas que resbalan por la piel; en la
El aire, el agua, el suelo y diversas formas de energía son elementos sonido: el trino de un ave, el viento, tal vez un ladrido temperatura, la textura y el brillo del agua. Ese agua algún
lejano. Quizá oigamos un coche. Dejemos pasar ese ruido día fue lluvia, algún día fue río… y ahora vuelve al
abióticos (no vivos) de la naturaleza que benefician a nuestra salud y y concentrémonos en los sonidos que nos dan placer. Poco medioambiente habiendo pasado por nuestra piel,
a nuestro bienestar físico y mental. Estos cuatro elementos pueden a poco nuestra respiración se irá calmando y nos llevándonos consigo”, destaca.
sentiremos más a gusto con nosotros mismos” asegura.
funcionar como vacunas o antídotos contra los llamados “males del Suelo: un contacto sanador
Aire: la caricia del viento “Si encontramos un suelo que esté seco y limpio, sugiero
siglo XXI”, como el estrés y la ansiedad. Katia Hueso propone “salir un día de viento a un espacio tumbarse en ese terreno, ya sea de hierba, arena o tierra,
abierto: idealmente la playa o la montaña, pero puede ser cerrar los ojos y pensar en lo que tenemos debajo” indica
también un parque más o menos grande”. Hueso.
La bióloga Katia Hueso, profesora en la Universidad Pontificia
de Comillas, explica que contemplar entornos naturales
agradables y seguros, produce bienestar y relajación en el ser
humano, y que algunas formas de vida vegetal, animal y
microbiológica, son la fuente de sustancias terapéuticas,
pero además la naturaleza contribuye a cuidar nuestra salud
a través de sus factores inanimados.
Y de estos componentes inanimados y su relación con los
seres humanos, la especialista en medioambiente hace
una panorámica en su libro “La naturaleza que nos cuida”.
“Los elementos, seres vivos y escenarios de la naturaleza
que cuidan de nuestra salud son muchos más de los que
acostumbramos a pensar”, afirma la consultora en
medioambiente y sostenibilidad y creadora de la primera
escuela infantil al aire libre en España.
“Desde la grandiosidad de un bosque maduro a la flora
bacteriana de nuestro intestino, el efecto terapéutico de
la naturaleza está en los detalles. Podemos percibirlos en
la naturaleza silvestre, el balcón de casa, un hospital o
incluso una prisión y, todos ellos, son beneficiosos y
necesarios” para el bienestar, apunta.
Pero la naturaleza también contribuye a preservar nuestra salud
de muchas maneras que no solemos percibir, por ejemplo a
través de sus elementos ‘abióticos’, es decir aquellos
componentes de un ecosistema que no tienen vida pero influyen
en los seres vivos que forman parte de dicho ecosistema, los
cuales se denominan de otra manera: factores ‘bióticos’.
El aire, el agua, el suelo y diversas formas de energía y las
distintas formas en que pueden beneficiar nuestra salud y
bienestar físico y mental pueden funcionar como vacunas
o antídotos de la naturaleza contra los “llamados ‘males
del siglo XXI’, como el estrés y la ansiedad, causados por ondas procedentes de la vibración del objeto que les da “Dejemos que el aire nos despeine, nos sacuda la ropa y que se “Debajo de nosotros, muy, muy al fondo, bulle el
el estilo de vida, la presión del trabajo o los estudios, el origen, las cuales se desplazan por algún medio físico, lleve los malos pensamientos, las preocupaciones y la agenda núcleo de la Tierra, recordándonos que está viva y es
omnipresente ruido, el agobiante tráfico, las prisas para como el aire. tan apretada (repleta de tareas) que tenemos”, sugiere. poderosa. Más cerca de la superficie, trajinan millones
todo, el acoso de las redes sociales, la publicidad, el de microorganismos que hacen que el suelo sea fértil
sobreconsumo y otros estresores urbanos, señala. “Hablar del sonido como fuente de bienestar implica “Podemos ir acompañados, pero es mejor pasear en y puedan crecer sobre él las plantas y los alimentos
también destacar la importancia del silencio, que por silencio, dejando que el viento poco a poco nos limpie el que luego comeremos. Sentiremos una conexión
Katia Hueso propone, a petición de EFE, unas sencillas ejemplo forma parte de la música y que es lo que nos cuerpo y la mente. Volveremos a casa con los ojos llorosos telúrica y atávica con todo ello”, concluye la bióloga
prácticas que podemos aplicar en nuestra vida cotidiana permite apreciar mejor su belleza. Su valor como y las mejillas sonrosadas por el viento, pero con en relación a la influencia de la naturaleza en el
para aprovechar cada uno de los cuatro elementos herramienta de bienestar y conexión es conocido desde renovados vigor e ilusión”, destaca la especialista. bienestar.
abióticos durante la semana o en los fines de semana. tiempo inmemorial”, explica Hueso.
Energía: el poder de silencio “Hay momentos en que el silencio casi se puede oír en la
El sonido está considerado como una forma de energía, naturaleza: el instante que precede a la nevada, el espacio
denominada energía sonora o acústica, trasmitida por las tenso que transcurre entre el rayo y el trueno, el segundo en
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