Los atletas reconocemos el poder de nuestro cerebro. Un órgano que alberga en su interior unos 10.000 millones de neuronas que, si colocáramos en fila, formarían una línea que mediría la friolera de 1.000 kilómetros. Son esas neuronas las que determinan la cantidad de energía que consumimos según la distancia en la que vayamos a participar.Una vez en carrera, el cerebro se convierte en el centro de control de nuestro cuerpo, desde el que se procesan las emociones y se controlan nuestros movimientos, nuestros pensamientos o nuestras motivaciones. Por lo tanto, será el cerebro el que dictaminará que, a falta de 500 metros para terminar una carrera de 10 kilómetros, seamos capaces de optimizar las fuerzas que nos quedan. Su respuesta no siempre será la misma. No viene fijada de serie, sino que se mejora a través de los años y viene de nuestra propia experiencia en competición. La ciencia está convencida de que el cerebro es un músculo y que, como tal, puede entrenarse. Hay gran variedad de técnicas para mejorar las posibilidades de nuestro cerebro en carreras. Para eso está el entrenamiento, que muchas veces se dedica a potenciar las habilidades psicológicas del atleta y, con ello, las posibilidades de nuestro cerebro. En un deporte como el nuestro, la técnica psicológica que recomiendan los especialistas es que «el atleta ha de ser más eficaz que emocional», y eso es algo que se logra a través de los años. La experiencia nos proporciona estrategias mentales para ayudar a que nuestras piernas ofrezcan más de sí. Todo eso es factible gracias a la ayuda de nuestro cerebro, que posiblemente no tenga la capacidad de almacenar ni de procesar tanta información como un ordenador pero que, sin embargo, posee una diferencia única y extraordinaria: su capacidad de adaptación. Esa búsqueda queda constante de optimizar la energía que en nuestro caso se expresa a través de una pregunta, ¿por qué voy a rendirme? que, a medida que pasan los años, se responde cada vez mejor. El cerebro siempre será; un reflejo de nosotros mismos. A medida que crecemos está demostrado que controla mejor las emociones y que digiere con más facilidad las situaciones complejas. Es algo que se expresa en las categorías de veteranos del atletismo. Podemos ver entonces a una gran mayoría de corredores de esas edades que equilibran sus facultades físicas con su experiencia. Es una de las ventajas de nuestro cerebro, capaz de generar neuronas toda la vida. Algo que en el caso de nosotros, los corredores, se agudiza más si cabe. La ciencia ha demostrado que el ejercicio físico estimula la creación de neuronas. De hecho, hoy en día, se admite que correr no sólo protege nuestra condición física, sino también la actividad mental. Por lo tanto, al igual que hay personas que corren para mantener el peso o para cuidar su corazón, también los hay que corren para mejorar su actividad mental.
CEREBRO DE ATLETA, CENTRO DE CONTROL
- Publicación de la entrada:4 octubre, 2018
- Categoría de la entrada:Salud