El punto de partida de cada uno de nosotros solo determina un origen, un inicio del camino a recorrer en nuestra vida.
Cada comienzo es distinto, nuestras creencias, nuestros pensamientos y nuestros condicionamientos que no dependen de nosotros determinan, influyen e incluso moldean esa primera versión.
La sociedad, nuestro entorno e incluso nosotros mismos, tendemos a juzgar ese hecho circunstancial, maleable y por supuesto susceptible de cualquier cambio, y nos atrevemos a pronunciar juicios.
Esos juicios (que normalmente son negativos pues tendemos a potenciar defectos y no virtudes), nos limitan y puede que supongan el freno al coraje que nos llevaría a intentar aquello que puede esconder la semilla de nuestra felicidad.
Por ello, muchas veces se dice que hay que creer y ver con los ojos del alma, de la pasión, del corazón, pues como decía el Principito “lo esencial es invisible a los ojos”.
Fruto de ello, y para demostrar que, la constancia, la pasión y el corazón son la vitamina de la vida, os quiero mostrar la historia de Raúl Rodrigo, pues tengo el convencimiento de que puede ayudarnos a todos.
Raúl Rodrigo Alcaraz era un niño sedentario y con sobrepeso.
La autoestima nunca fue su amiga, y allá por 2005, a sus 22 años, con una fijación extrema por verse más delgado llegó a padecer anorexia y bulimia.
Obsesionado con la comida, llegó a provocarse el vómito.
Las alarmas saltaron cuando estaba tan débil que no podía ni mantenerse en pie, repercutiendo en una úlcera gastruodenal y perdiendo más de un año de su vida. No tenía fuerzas para vivir, no tenía ilusión, y de repente todo perdió sentido.
En una situación tan límite, es cuando se toman las decisiones absolutamente relevantes, y aquí, nuestro protagonista decidió vivir. Sacó fuerzas, buscó motivos e inspiración y decidió hacerse responsable de su situación, pedir ayuda y arreglar el presente, sin mirar atrás, solo hacia adelante con el objetivo de sanar.
Consiguió poner ordenar su cuerpo y su mente a través de la alimentación saludable y el deporte. Aprendió a comer, aprendió a quererse, a no juzgarse, y el maravilloso poder de la elección de hábitos conscientes que le hacían bien. Solo así, las obsesiones desaparecieron. Pequeñas metas fueron su salvavidas, y todo poco a poco empezó a ir mejor.
Pero todo no quedó allí, porque la vida es impredecible, cuatro años después, en 2009, su jefe que era como su padre, murió de un ictus. Volvió a la frustración, a sentirse débil y vulnerable, y tener pensamientos negativos y a consecuencia de ello y de no aceptar la realidad empezó a experimentar graves migrañas que le llevaban a vomitar. El dolor era insoportable, pero decidió pedir ayuda.
Tras dos intentos fallidos de diagnóstico, un TAC y una resonancia detectaron una hidrocefalia, de la cual, fue operado de urgencia. De repente la vida le había mostrado un problema con rápida solución y decidió amarrarse al pensamiento de que todo estaba pasando por su bien.
Tras tres meses en cama, logró recuperarse y justo en ese momento, comenzó a correr de manera más constante y consciente.
Ya había corrido intermitentemente y sabía que era un alivio mental y una forma efectiva de evasión, lo eligió sabiendo que mal no le iba a hacer, y así empezó a integrarlo como un hábito diario.
Actualmente, corre como mínimo dos carreras al mes, el gusanillo del dorsal le picó tras la participación en la carrera nocturna de 15 km de su ciudad natal: Valencia.
La vida siguió, y Raúl, volvía a sentir que tomaba las riendas de su vida.
De nuevo, todo cambió en 2014, con la llegada al mundo de su hijo Mark, su mayor regalo.
En el pódium de acontecimientos de su vida el oro es para su hijo, la planta para el día de su boda, y el bronce para el día que completó su primera maratón: Valencia 2018
Compaginar su vida familiar, sus obligaciones laborales y su afición y necesidad por correr no es fácil, pero cuenta con el apoyo de su mujer, un pilar fundamental en su vida.
Con mucha planificación y con mucha disciplina, ha conseguido establecer un frenético planning de entrenamiento que solo es posible afrontar con pasión y corazón. Es su reto diario. Es su medicina, y su mapa de actuación frente a cualquier incertidumbre.
Trabaja en una fábrica, sus entrenamientos de series, fartleks, progresivos y tiradas largas son a las 5 de la mañana y a las 6:30 h realiza su sesión de gimnasio, todo antes de su jornada laboral. Es el modo de disponer las tardes libres para disfrutar de su familia.
Cuando los días se complican, y los pensamientos negativos y el cansancio aparecen, piensa en Carles Castillejo (como fuente de inspiración), se pone la banda sonora de Piratas del Caribe, y, visualiza que cumple sus objetivos dedicándoselos a su familia y a su segundo padre que él ubica en el cielo.
En sus piernas, muchos kilómetros, dos maratones, la última recientemente (Barcelona 2019), en su corazón la ilusión de un niño, y en su cara la sonrisa de satisfacción al comprobar que todo suma y que el esfuerzo y la constancia tienen su recompensa.
Dicen que el auténtico éxito de la vida no se mide por lo que logras, sino por los obstáculos que superas.
Raúl, seguro que aún te quedan por cumplir muchos sueños, por cruzar muchas metas, pero lo que es indiscutible es que a día de hoy tú ya conoces el verdadero éxito.