Generalmente, todos empezamos a correr por “algo”. Cambiar un mal hábito, convertir una vida sedentaria en una vida más activa, sacar de nuestra mente malos pensamientos, etc… Es más que posible que cuando empezaste a correr, algo de esto te estaba ocurriendo y consciente, o inconscientemente, fue lo que te llevó a ello.
Conscientes del poder del “running” (y del deporte en general) para cambiar a las personas, Juan y Alfredo, dos amigos deportistas madrileños, decidieron el año pasado, crear un concepto diferente de ropa deportiva, que les llevara a lograr su doble sueño: tener su propia empresa, y poder ayudar a los demás con ella, todo ello vinculado con el deporte.
Pusieron así en marcha su proyecto responsable. Crearon su propia marca a partir de sus propios valores (naturalidad, honestidad, esfuerzo, trabajo, superación), y diseñaron una primera colección de prendas deportivas. Y se comprometieron a destinar parte de sus primeros ingresos en un RETO.
¿Cuál iba a ser ese reto? Quisieron probar y demostrar el poder del “running” para motivar y cambiar. ¿Cómo? Impulsando a un grupo de personas, sin apenas experiencia en el deporte y en diferentes momentos físicos y anímicos, a finalizar su primera carrera de 5 kilómetros, con tan sólo ocho semanas de preparación.
Conseguirlo no iba a ser sencillo. ¿De dónde sacas a diez personas que quieran ponerse a correr, en pleno mes de marzo, entrenando de noche, con frío, a veces lluvia, lejos de sus casas, llegando tarde del trabajo, en ropa no deportiva, etc.?
Fue una cuestión de fé. Sabiendo que el reto era atractivo, se trataba de mover amigos, contactos, etc. y extender en ellos el mensaje: oye, ¿sabes de alguien que quiera correr o lo “necesite” y que no encuentre el momento, las ganas, la motivación?
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En paralelo, crearon un equipo de colaboradores y voluntarios que ayudaron a hacer realidad el reto. Era necesario dos entrenadores, uno con un perfil técnico, y otro con un perfil motivacional, en este caso, la “coach”.
Primera prueba superada. Poco a poco, y a través de diferentes contactos y colaboraciones, fueron apareciendo esas diez personas. El reto estaba más cerca. Ahora tocaba conseguir despertar en ellos las ganas de correr, de sentirse liberados, de luchar y de motivarse.
Y allí estaban. Todos los martes de marzo y abril, junto al Florida Retiro en pleno corazón “runner” de la capital, lloviera hiciera frío, calor, tráfico o pereza. A las 20:30. El primer martes fue una premonición. Según Juan, uno de los fundadores del proyecto Wefight, en la primera sesión “alucinaron”. “Hacía tiempo que no veía semejantes caras de felicidad, ilusión, liberación y energía”. Esto les sirvió para comenzar a creerse aún más su proyecto. Y poco a poco, semana a semana, este grupo comenzó a convertirse en un equipo. Corrían juntos, sufrían juntos, luchaban juntos, y lo más importante, se divertían juntos.
Diferentes historias, vidas, ilusiones, situaciones… Todas ellas convergían los martes a las 20:30. Y a partir de esa hora, todo se olvidaba. Sólo se corría, se disfrutaba, se luchaba, y se reía.
Cada entrenamiento semanal combinaba diferentes herramientas para mejorar el estado físico y la motivación de los participantes: técnica de carrera, series, cuestas, cambios de ritmo… todo ello supervisado por especialistas. A esto hay que sumarle toda la parte “emocional”: apoyo, comunicación, escucha, energía… En definitiva, entrenamientos de alto valor y que aportaron a cada participante una experiencia “running” muy especial.
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Además de las sesiones de los martes, el programa contó con dos sesiones de entrenamiento diferentes y especiales. En estas sesiones, además de correr, tocaba escuchar, sentir y aprender. Se escucharon historias personales de superación, de lucha, de perseverancia, de valor y bondad personal, que sirvieron para emocionar, motivar e impulsar más a todos los participantes.
Y llegó el gran día. Tras esas ocho semanas, tocaba darlo todo. La carrera elegida, la “Vuelta a la Casa de Campo”, organizada por Corricolari, y la distancia, esos 5K rompepiernas por uno de los templos del “running” castizo.
Todos lo lograron. Caras de cansancio, sudores, dolores, etc. Pero sobre todo, felicidad, alegría, liberación de serotonina y ante todo, un equipo, un mismo espíritu y una frase unánime: ¿cuándo corremos la siguiente?
Lo hicieron. Dos semanas más tarde, estaban todos en el hipódromo de la Zarzuela corriendo de nuevo. Y al finalizar, se repitió la pregunta.
Reto conseguido. Enhorabuena a todos, organizadores, colaboradores, y por supuesto, a esos diez participantes. Unos auténticos luchadores, con y sin zapatillas de correr.
Viva el poder del “running”.