Salir a correr durante estos fríos meses puede costar más de lo habitual, pero si nos atenemos a unas sencillas normas evitaremos problemas, e incluso rentabilizaremos la sesión aún más que si entrenásemos con calor.
Entrenar nunca debe estar supeditado a la climatología del momento y debemos hacer ejercicio todo el año, aunque obviamente el frío influya en nuestro cuerpo. Correr a baja temperatura hace que quememos más calorías porque el cuerpo necesita gastar energía extra para mantenerse caliente, peor también ocurre que corremos más despacio.
Consejos para correr con frío y viento:
- Calentamiento: tiene que ser más cuidadoso, ya que es una parte fundamental del entrenamiento, para subir la temperatura corporal y prepararnos para el esfuerzo. Los músculos están más agarrotados y acortados, por lo que debemos dedicarle unos 10 minutos. Si es bajo techo, mucho mejor. Al acabar tu entrenamiento, intenta correr prácticamente hasta llegar a tu destino. Una vez allí, estira todos tus músculos.
- Respiración: el frío hace que las vías respiratorias se estrechen, por lo que cobra mayor importancia inspirar siempre por la nariz (vía natural para el calentamiento del aire) y espirar por la boca.
- Precaución: a menudo pasarás por suelo mojado, pon especial atención en las curvas, subidas y bajadas…, cuidado con resbalar. Si ha helado, el suelo queda demasiado duro y es fácil torcerse un tobillo, por lo que hay que tener cuidado con dónde se pisa. Si pasas por vías abiertas al tráfico mantente fuera del alcance de los coches e intenta usar materiales reflectantes.
- Adaptación: deja para otro momento tus récords personales, limítate a disfrutar del frío y mantener tu condición física. Asegúrate de no correr más allá de lo que tus energías te permitan, ya que si tienes que parar por estar fatigado corres el riesgo de sufrir una hipotermia, al dejar de generar calor corporal. Un buen consejo es el de empezar el entrenamiento contra el viento (momento en el que tienes más energía para afrontarlo) y acabar la sesión a favor del mismo.
- Equipación: tenemos que adaptar nuestro cuerpo al frío, sin dejar expuesta la piel. Para nuestros pies el calzado puede ser el mismo que durante el verano, aunque si corremos por el campo es recomendable utilizar uno con membrana Gore-Tex que proteja del agua. En cuanto a los calcetines, podemos utilizar unos ligeramente más gruesos y que sean térmicos. Para las piernas, lo ideal son unas mallas que cubran, o toda la pierna, o al menos hasta la rodilla, las cuales suelen tener algo más de grosor. Si hablamos del tronco, debemos cubrirnos con varias capas (mejor varias no tan gruesas en lugar de una pesada). La primera debe ser transpirable, que expulse el sudor al exterior. La segunda capa debe ser térmica, de manga larga, que sea cómoda, transpirable y aporte retención de temperarura. Para terminar, una capa externa, como un cortavientos o impermeable (que sean transpirables), nos protegerá del viento y de la lluvia. En cuanto a los complementos, es recomendable el uso de gorro y guantes (que no sea de lana), así como una braga para proteger la garganta.
- Alimentación: para compensar las calorías que perdemos manteniendo la temperatura de nuestro cuerpo, debemos realizar una dieta compensatoria, aumentando el consumo de carbohidratos y proteínas.
- Hidratación: aunque no lo parezca es muy importante, ya que con el frío perdemos la sensación de pérdida hídrica.