Hoy vengo a contarte la historia de Shay Eskew de Nashville (Tennessee), que de niño tuvo mala suerte.
A los 8 años sufrió un brutal accidente que quemaría el 65% de su cuerpo. Pero no solo sufrió quemaduras en dos tercios del cuerpo y en mitad de la cara; el fuego también “soldó” su brazo derecho al tronco y abrasó por completo su oreja derecha.
Esos pocos segundos cambiarían su vida para siempre. El hospital se convirtió en su segunda casa; en el colegio le empezaron a llamar Freddy Krueger y los médicos le dijeron que jamás volvería a practicar deporte.
Entonces ¿Quién se podría imaginar que algún día ese niño con mala suerte competiría en más de 20 triatlones y 42 Ironman, llegando a estar entre el top 1% mundial?
Lo cuenta todo en esta entrevista que también puedes escuchar en inglés en el podcast English for the Long Run (episodio 27).
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1 Fuiste gravemente herido a los 8 años. ¿Puedes contarnos qué pasó?
Estaba en la finca de los vecinos, con su hija de 15 años. Estábamos solos y encontramos un nido de avispas agresivas. La chica decidió quemarlas con una cerilla y un bidón de gasolina y, en pocos segundos, todo a mi alrededor empezó a arder. Fui abrasado por el fuego.
Como resultado, el 65% de mi cuerpo está cubierto de cicatrices de quemaduras. Ahora tengo 50 años, y desde el accidente me he sometido a más de 43 cirugías.
Aún sufro las consecuencias porque las cicatrices de quemaduras son solo una parte. El trauma es para toda la vida: la piel quemada pierde elasticidad, no crece y pierde también la capacidad de sudar.
2 En tu libro “What the Fire Ignited” hablas de rechazo. Tus cicatrices llamaban la atención, incluso daban miedo. ¿Cómo lidiaste con eso, especialmente en el colegio?
Yo crecí en los años 80 y en esa época estaba de moda una película que se llamaba Pesadilla en Elm Street cuya protagonista es Freddy Krueger.
En el colegio me empezaron a llamar Freddy Krueger. Al principio me dolía, hasta que decidí pagarles con la misma moneda. Les dije que, efectivamente, yo era Freddy y que les iba a visitar en sus sueños… Les metí tanto miedo que nunca más volvieron a reírse de mí.
Aprendí de muy pequeño que si yo era capaz de aceptarme como era, los demás también me aceptarían.
3 Te dijeron que ya no podrías ser competitivo en deportes. Sin embargo, nunca dejaste de practicar deporte. De pequeño jugaste al béisbol, fútbol e incluso te convertiste en el mejor luchador de tu promoción. Con todas las complicaciones que vinieron con las quemaduras, ¿cómo es posible?
Tuve la suerte de que mi padre era el entrenador del equipo de béisbol. Él me animó a participar cuando aún no era capaz de levantar mi brazo derecho. No era el niño más rápido ni tampoco el más hábil, pero el deporte me hacía sentir “normal”. Era el único momento del día que me olvidaba de las quemaduras.
Luego me apunté a clases de lucha libre y allí sí que despunté. En un deporte de esas características gana el que más capacidad de sufrimiento tiene, el último hombre capaz de mantenerse en pie.
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4 Si no fuera por un hombre que conociste por casualidad, probablemente no habrías comenzado a hacer triatlones o competiciones de Ironman ¿verdad?
Así es. Creo que Dios pone personas en nuestro camino. El problema es que la mayoría de nosotros está demasiado ocupada para ser consciente de eso.
Te cuento.
Yo solía entrenar duro en el gimnasio. Era todo músculo y un día un hombre de unos 60 años se acerca y me dice “Big boy, por qué no vienes a mi clase de cardio mañana, que para ti no debería ser difícil…”.
Acudí a la clase, de solo mujeres, y al principio lo pasé fatal. Había hecho mucha musculación, pero cero cardio, y era incapaz de hacer una simple sentadilla. Sudé la gota gorda.
Pero persistí; seguí presentándome todos los días a la clase y poco a poco empecé a aumentar mi resistencia.
Ese hombre de 60 años resultó ser Henry Forrest, una de las 12 personas que finalizaron la primera competición de Ironman en 1978…
Gracias a él me introduje en ese mundo.
5 Tu currículum es impresionante: eres 42 veces Ironman, fuiste 4 veces miembro del equipo USA y te has clasificado 6 veces en el top 1% mundial en Ironman. Pero para ti hacer una prueba tan dura es más difícil ¿verdad?
Sí, date cuenta de que mi piel no suda en dos tercios de mi cuerpo, y, en cambio, suda sin parar en el otro tercio. Durante una competición me deshidrato con gran facilidad y tengo que tomar muchas precauciones.
Yo nunca podría destacar en un deporte de habilidad, pero en deportes de resistencia donde hay que sufrir gano a atletas físicamente superiores a mí. No puedo optar a ser el mejor atleta, pero sí a ser el mejor competidor.
6 Eres padre de nada menos que 5 hijos, casi todos adolescentes. ¿Qué consejo de vida les das?
Acaba siempre lo que empiezas, no te rindas nunca. Esa es la lección más importante que doy a mis hijos.
7 Eres un ávido lector. ¿Nos puedes dejar alguna recomendación?
Por supuesto. Hay un libro del que he aprendido mucho sobre la capacidad de superación del ser humano. Se llama Endurance, Shackleton’s incredible voyage de Alfred Lansing.
Fotografías: cortesía Shay Eskew
Más info sobre Shay Eskew:
Su libro: What the Fire Ignited, How Life’s Worst Made Me Achieve My Best.
Entrevista Monique Cambie.
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