Eran numerosas las veces que me había enfrentado a la distancia de media maratón, siempre pensando, “¡buah…que locura debe ser meterse una maratón completa…, si me toca repetir lo que acabo de hacer me da algo!”. En la recogida de dorsales, miraba a los maratonianos y pensaba malditos locos.
Una frase muy extendida en las redes sociales dice “el resultado no es exigible, exigible es el esfuerzo”. Entrenar trece semanas para llegar a esta prueba certifica la frase, mi reto…correr la maratón en cuatro horas.
A falta de seis semanas una gripe me deja destrozado, tres semanas transformando los entrenamientos en un infierno, no pude cumplir con los tiempos planificados, aun así mis ganas por cumplir este primer sueño me ayudaban.
Las tres últimas semanas todo “problemas”, los entrenos lejos de la previsión, el peso mayor del planificado y otros temas que hacían que estas últimas semanas nada fuera de color de rosa, aun así los hice, en cabezonería y la tozudez estoy dentro de la élite.
Llegó el día de la carrera, ¿día raro? o ¿no?, apenas había dormido, un sobresalto en la cama media hora antes de lo programado me despertó, desayuno en la habitación, me preparo, son las seis de la mañana y un pasein de ochocientos metros me conduce hasta la zona de salida.
Es el momento para la familia, aprovecho para mandar un mensaje “Día del Padre” y recordar también que hubiera sido el ciento cinco cumpleaños de mi abuelo.
Grabo algún video para RRSS intento dejar los nervios por el camino, mi cabeza solo pensaba “…es una paliza, la rodilla te lleva dando guerra una semana, no has dormido, pero tú puedes, … es la primera, sales atrás del todo, si, pero qué más da, eso solo significa que vas a terminar más adelante de lo que empieces…” … ”Mi éxito es terminar, el tiempo es lo de menos”…
Levanto la mirada, de repente me sorprende una imagen, era al final de la calle, allí estaba la majestuosa la fachada, aun iluminada, del Coliseo Romano, el día comenzaba a intuirse y a sus pies se veían un montón de corredores, parecían hormiguitas que se dirigían a los camiones habilitados como guarda-ropa.
Me dirijo al arco de seguridad para pasar el control, porque una cosa hay que destacar, la sensación de seguridad en todo momento fue increíble, entre militares y policías la sensación de seguridad era total, pero no solo el día de la carrera, esa sensación se sentía desde que ponías el primer pie en la capital italiana.
Después de pasar el control voy a mi guarda-ropa, y me siento unos minutos, disfruto de lo que veo, muchos siglos de historia frente a mí, observo el Coliseo mientras en mi cabeza imagino, visualizo y planifico como debía ser la carrera, mi carrera.

Son las seis cincuenta, me preparo, dejo mi bolsa y me voy a calentar y estirar, estirar y calentar; calentar bien es fundamental, si no mis piernas se quejaran, por megafonía nos piden que vayamos ocupando nuestros cajones y me dirijo al mío… ¡que emoción!; todos colocados, entran “los globos”, gente nos ayuda a cumplir el sueño de correr en un determinado tiempo, y a los menos expertos a regularnos para no desfondarnos.
Veo al de 3:50, junto al de 4:00, la duda me asalta, ¿cometo el error de un principiante y me voy con estos? “no conozco como responderá mi cuerpo”… o salgo con estos, me voy dejando coger y me coloco con el de 4:30…¿y si veo que no puedo? pues me dejo coger por el de 5:00 y listo… ultimas dudas y una sola realidad …me voy a enfrentar a mí mismo y a una maratón.
Suena el himno italiano, pasan los aviones que dibujan en el cielo la bandera tricolor, comienza la carrera, salimos por tandas; mi posición en la salida, tan atrasada, me obliga a empezar andando, pronto puedo empezar un trote suave.

Aparezco junto al globo de 3:50, la pregunta me viene a la cabeza ¡¿Qué hago?! tomo una decisión arriesgada, me voy con él unos kilómetros y veo cómo reacciona el cuerpo.
Los kilómetros pasan, las pulsaciones son correctas, no hay fatiga no hay cansancio, me veo bien a este ritmo.
Durante una carrera como esta puedo pensar en mil cosas pero un pensamiento me hace la labor del mejor estimulante en mi cabeza… “oye…y si, ¿sí?”…
Mi objetivo de este año era terminar una maratón por debajo de cuatro horas, suponía que esto lo conseguiría en Valencia. Llego al kilómetro 10 en cincuenta y tres minutos, sensaciones excelentes, fuerte, parece que el guía del globo va a tirones como si quisiera retenernos en nuestra euforia.
Me crezco, me adelanto al grupo…”voy a correr mi carrera”, correr a tirones no me gusta y confío en mí, vamos Rober!! y la cruda realidad se viene conmigo, en pocos kilómetros me veo detrás del globo de 3:45, subidón subidón, no paro de adelantar corredores, cada vez que adelantaba a un grupo grande me crecía más y más.
Una de las cosas, que más había entrenado y preparado era la hidratación y alimentación en carrera, respeto todas y cada una de las paradas que unido al día nuboso la estaba haciendo más llevadera; una humedad en la salida del 80% (en la meta fue un 60%) hacia que el agua y las esponjas fueran fundamentales.
Casi sin darme cuenta estoy cruzando la línea de media maratón, 1h 51´, la mente comienza a trabajar nuevamente como si de una calculadora se trataba,… “a este ritmo bajas de cuatro horas sin pegas”… más ilusiones al cerebro… incluso puedo dejarlo en 3:45…
Tanta felicidad te predispone a no estar concentrado y cometo un error importante, me salto la toma de uno de los geles en el kilómetro veinticuatro, llega la primera pendiente pronunciada en el treinta, la gente se paraba y no podía adelantar, nunca había corrido más de veintiséis kilómetros. Aparece en el treinta y cuatro un señor “del mazo” que nos estaba esperando para darme una bofetada de realidad. Hacía cinco kilómetros que el globo de 3:45 se había alejado, el globo de 3:50 me adelanta, miro el reloj y me veo corriendo por encima de 7´ el kilómetro.
¿Qué me está pasando?, echo mano del ultimo gel que me toca en el del kilómetro treinta y cinco, y zas descubro que no me he tomado el anterior, así que me lo tomo, aprieto los dientes, vuelvo a recuperar tiempo, miro el reloj y pone 3h 12… y en mi cabeza solo un pensamiento, “solo quedan siete kilómetros, con ritmo constante entro por debajo de las cuatro horas”… “!!!VAMOS ROBER, tu puedes!!!”.
A falta de seis kilómetros vuelvo a entrar en la capital, este tramo del recorrido es una maravilla en cuanto a lo arquitectónico, no tanto en cuanto al piso, un suelo de adoquines con más de 2000 años, agujeros, deformes, mojados, multitud de gente cruzando sin mirar. Se pasa de calles con cuatro carriles a ratoneras de un solo carril que hacen de este último tramo una odisea.
Paso por el kilómetro cuarenta en 3h y 44´, me doy los ánimos finales… “¡¡¡TIO QUE LO HAS HECHO, LO HAS HECHO!!!”
Esquivo como puedo corredores, mucha gente que termina andando los últimos kilómetros, otros se paran en los carteles a hacerse fotos o saludar familiares, mientras yo me dirijo hacia el kilómetro cuarenta y dos y pico…
Veo la meta iluminada a lo lejos, saco mi móvil, apago la música, lo pongo el modo video, saco mi bandera de España, lo estaba haciendo, cruzo la línea de meta andando, no quería que estos últimos metros acabasen, con felicidad máxima, objetivo cumplido, sensaciones maravillosas, gente desconocida animando “mira un español”¡¡¡VIVA ESPAÑA,…VAMOS CHAVAL,…OLE TU!!!
Momento increíblemente emocionante, grabo un video al pasar la meta, no me lo puedo creer, lo he logrado, casi me pongo a llorar, pero me sale un ¡¡¡VAMOOOSSSS OSTIAS!!!
Ahora que he terminado mi primera maratón pienso… BENDITA LOCURA.
Primer objetivo, disfrutarlo, HECHO, el segundo, acabarlo, HECHO, el tercero, bajar de cuatro horas, HECHO…
SOY MARATONIANO, lejos de asustarme me ha gustado tantísimo la experiencia que estoy como loco por que llegue el próximo veintitrés de abril y poder correr otros 42km por las calles de Madrid, mi Madrid.

Quiero acordarme en estas últimas líneas de todas esas personas que siempre han confiado en mí, incluso cuando mi cabeza flojeaba, gracias a los que han estado a mi lado en los momentos más duros y gracias en especial a mi padre por sus valiosísimos consejos de cómo afrontar esta prueba y a mi madre por todo el amor y paciencia en estas duras semanas de preparación.
Y Gracias a vosotros Corricolari por darme la oportunidad de trasladaros mis pensamientos y sensaciones, algo que desde luego ha supuesto un antes y un después en mi vida, por que como a vosotros a mi #MEGUSTACORRER.